La iniciativa de Dios
Creemos que Dios está obrando para lograr liberación, sanidad, redención y restauración en un mundo dominado por el pecado. Desde el principio, el propósito de Dios ha sido crear un pueblo para sí mismo, habitar entre ellos y bendecirlos. La creación y toda la humanidad no tienen esperanza de salvación excepto por medio del amor y la gracia de Dios. El amor de Dios se demuestra plenamente en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
El plan de Dios
A lo largo de la historia, Dios ha actuado poderosamente para liberar a las personas de la esclavitud y atraerlas a una relación de pacto. A través de los profetas, Dios preparó el camino de la salvación hasta que finalmente Dios reconcilió al mundo consigo mismo por la sangre expiatoria de Jesús. Cuando las personas ponen su confianza en Cristo, son salvas por gracia mediante la fe, no por su propia voluntad, sino como un don de Dios. Dios las perdona, las libera de la esclavitud del pecado, las convierte en nuevas criaturas en Cristo, las fortalece por el Espíritu Santo y las sella para la vida eterna. Cuando el pecado y la muerte sean finalmente abolidos y los redimidos sean reunidos en el nuevo cielo y la nueva tierra, Dios habrá completado el plan de salvación.
La respuesta de la humanidad
Aunque Jesús entró en un mundo gobernado por el pecado, eligió no someterse a su atractivo y rompió su dominio. A través de su vida obediente, su muerte en la cruz y su gloriosa resurrección, Cristo triunfó sobre Satanás y los poderes del pecado y la muerte, abriendo el camino para que todas las personas lo sigan. Convencidas por el Espíritu Santo, las personas se alejan del pecado, confían sus vidas a Dios, confiesan a Jesucristo como Señor y se unen a la familia de Dios. Todos los que reciben a Cristo nacen de nuevo, tienen paz con Dios y están llamados a amarse unos a otros y a vivir en paz con su prójimo. Aquellos a quienes Dios está salvando ya no viven para sí mismos, porque han sido liberados del pecado y llamados a una vida nueva.
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